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Abstract

El siglo XVIII trajo consigo una evolución estilística vertiginosa en todas las artes. La plástica, la literatura y la música confluyen y sirven de soporte a un arte nuevo, el Rococó. La floración churrigueresca está intensamente presente, además de en lienzos y biombos, en el vocabulario de la lírica de la Nueva España; a la vez que se afianzan los modelos religiosos, por un lado, se asientan los modelos pastoriles por otro. En cuanto a la espiritualidad, los modelos se encuentran encajados en la miniatura poética y el ingenio dieciochesco, desbordante de naturaleza y fantasía. En el presente trabajo me propongo seguir las pistas del misticismo y el arcadismo novohispano en el siglo XVIII, tomando como punto de partida al compositor Manuel de Sumaya y analizando estas dos corrientes en algunos de los textos que utilizara en su música, así como algunos otros ejemplos de músicos y poetas contemporáneos a este maestro de capilla.

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